14.8.09

Capítulo 16: Bienvenida sijosesista




Apenas el Cessna alquilado en Dublín pisó la pista del Benjamín Matienzo los funcionarios alperovichistas contuvieron la respiración y buscaron señales que delataran el estado de ánimo del Gobernador. El Vice a cargo del gobierno mostraba tranquilidad en el semblante y repasaba la vestimenta de todos, pues los había obligado a ir de elegante sport, nada de trajes y corbata, pero le tuvo que pedir a un secretario de hacienda que se retirara, porque lucía bastante ridículo con bermudas de joggin, medias de vestir y zapatos charolados. Pidió a todo el mundo que luciera sonriente: “Te podés mandar cualquiera, pero José no te putea si te mostrás simpático”, comentaba el Coordinador de Municipios y Comunas, y le hacía señas a los activistas de Barrios de Pie para que agitaran las pancartas de bienvenida preparadas para el viajero. La Batucada Santo Campeón estaba en el lugar por el sánguche y la coca: “No hacía falta que se molestara, compañero, usted sabe que nosotros respondemos a las órdenes del compañero Rubén Ale”, decía el bastonero mientras recibía las dádivas de un legislador. Mauro Castagneri le pasó una hoja al improvisado coro de mujeres con rimas de su creación, graciosas pero imposibles de cantar: “Ajuste, tire, apriete/ ya se siente/ José Aperovich 2007” o “Vengo a alentarte otra vez/ Vengo a ofrecer mi corazón/ porque quiero otro gobierno de José/ vengo a votar la reelección”. Pero lo más gracioso es que nadie se animaba a decirle que cantarían otra cosa y le pedían: “Usted jefe marque el ritmo que nosotros lo seguimos...” Por supuesto los cánticos fueron los tradicionales y la batucada desapareció sorpresivamente en el medio de la fiesta, pues habían recibido una alerta de radio acerca del robo a un cinco estrellas en Alderetes, y el Five Stars Bondy sacó de la escena el fragor de los tambores, dejando a las copleras de Barrios de Pie con su disfonía a capella.
El primero en descender del avión fue Toronowitz y de un solo vistazo encontró a los suyos estratégicamente ubicados, señaló a Moisés y éste le levantó el pulgar para permitir el descenso de la familia gubernamental. Por lógica, el gobernador bajó al último y abrió los brazos en la escalinata para saludar a la multitud. La ovación no fue la esperada por lo que mantuvo los brazos en alto y empezó a agitarlos, mientras dibujaba su sonrisa ganadora. Entonces sí el murmullo se hizo superior y creyó escuchar loas a su persona, pero en realidad el griterío estaba dirigido a su esposa, que en lugar de ir hacia el interior del aeropuerto, se acercó al vallado para saludar a la multitud, y él siguió sus pasos atraído por el cariño de aquellos mercenarios de la admiración. Su nieto mayor hizo una mueca de fastidio y le lanzó: “A ver ‘Tátele’ si la cortamos un poquito con eso de creerte famoso”. Lejos de avergonzarse, el gobernador tomó al chico de la mano y lo arrastró hacia donde estaba su abuela para hacerlo sentir un poco el gusto de la fama, y para que diera un par de abrazos “estilo K”.
En el Salón VIP se preparó una recepción para 200 personas, pero Alperovich separó a sus 12 discípulos para darles el levante del siglo por no avisarle nada del secuestro de la esposa de Ferreyra. Los más perjudicados fueron Castagneri y Mansilla: el primero por utilizar el e-mail para mandarle los informes que acostumbraba a recibir por teléfono en sus vacaciones, y el segundo por mantener “esa sonrisa pelotuda en la cara, ¿qué te pasa, boludo, te estás cagando de risa de mí? Yo puteando a medio mundo y vos me mirás con esa cara de gil”. Y al ver que no reaccionaba lo recriminó con dureza “En serio te lo digo: ¿podés ponerte serio, boludo, que te estoy puteando?...”
Alperovich mandó a su familia con una custodia y entró, en zapatillas, a la Casa de Gobierno suscitando más de un comentario entre la guardia policial y un grupo de excombatientes de Malvinas que venía a hacerle un planteamiento: “Elijan 2 representantes que los recibo ahora”, dijo y subió las escalinatas de tres en tres. Le pidió al Toro que permaneciera todo el tiempo a su derecha, y su amigo se quedó inmóvil y en silencio durante toda la conversación como si fuera un granadero de la Casa Rosada. Se moría de ganas de “mandar a la mierda a ese grupo de vagos que no habían dado nada por su patria, ni por causa alguna, soldados rasos que quedaron haciendo apoyo logístico en el continente, imbéciles apenas instruidos que no sabían ni lavarse las patas”. Se alegró cuando Alperovich les preguntó, por pura curiosidad, si ellos estaban dispuestos a entregar su vida por la patria, “ahora”, y sólo uno de ellos respondió afirmativamente, los otros dos asentían como adhiriendo a los dichos de su compañero, y ambos sabían que el silencio, en este caso, significaba un “no”, por más que asintieran. “Si fueran patriotas de verdad hubiesen dejado los pulmones en un grito a coro”, comentaría Toro después. Sin embargo el gobernador les hizo un par de promesas y los despidió con abrazos y besos.
–No aguanto a los culos sucios, Torito, por eso estás vos aquí, querido, porque quiero que te hagás cargo personalmente del caso Ferreyra, sé que vas a sacarme de este quilombo más rápido que nadie. ¿Sabés qué extraño?, la actitud de los tucumanos cuando gobernaba Bussi. El viejo ese puede haber sido todo lo gorila que vos quieras, pero ponía blanco sobre negro. Y si elegía el negro lo defendía a muerte.
–Es que vos también Joshua sos muy caprichoso y jodido...
–¿Y ahora qué?, ¿vos también me vas a criticar?. ¿Porqué no le pedís a Llaryora que te contrate?
–Ya te estás yendo al carajo, y no tiene sentido que sigamos discutiendo sobre el tema...– Toro tenía la habilidad de la dialéctica. En su entrenamiento como agente de la Mossad había aprendido muchas cosas, desde buenos modales hasta los métodos más efectivos de tortura. Y sabía que usando las palabras adecuadas podía conseguir lo que quisiera del otro, y en estos momentos deseaba que los lazos de amistad con su amigo Joshua no se estropearan, por lo que mostró cierto interés por la propuesta que le acababa de hacer: –Pero ya que hablaste de Bussi, ¿No eran él y Ferreyra grandes amigos?
–¡Sí!– respondió Alperovich contento de que el Toro se interesara de sus asuntos. –Eran compinches durante la dictadura, trabajaban codo a codo. Yo era chico por esos años, pero mi viejo los conoció bien, porque lo cocinaban a mangazos, creo que en realidad lo tenían en la mira, por eso lo tenían de cadete al pobre viejo. Pero... ¿vos creés que puede haber alguna conexión?
–No, lo que pasa es que me resultó extraño que admiraras a tu enemigo...
–No lo admiro, simplemente me parece que tuvo una forma bastante personalista de gobernar. Mano dura, como pide todo el mundo hasta que esa mano les cae encima... Hablando de mano dura, y cambiando totalmente de tema: hay una pelea la semana que viene entre Pucheta, el bombardero del Mercofrut y un “paquete” mejicano, ¿vamos a ir a verla?, de paso recordamos viejos tiempos...
–Mirá José, te agradezco el cumplido, la invitación al boxeo, pero no te olvides que yo estoy aquí cumpliendo una misión que es básicamente protegerte de cualquier amenaza, y no creo que ese quilombo de secuestros y accidentes tenga algo que ver con vos...
–¡Pero hay gente que cree que sí tengo que ver!, pusilánimes que ven en cada acto de gobierno una amenaza para sus ansias de poder. Lo que pasa es que no entienden que este es mi momento, no soportan que la gente me quiera. Me llaman advenidizo, vendido, falso profeta, embustero, empavurador, pero eso a mi no me quita el sueño. Lo que realmente me preocupa es que después todo se magnifique y me manden en cana por cualquier cosa. Acordate que las bolas de nieve empiezan siempre con un cubito de hielo que se le dio por rodar...
–Está bien, te voy a ayudar. Pero acordate que tengo prioridades: cinco personas murieron en Santa Lucía hace diez días y no tenemos más respuesta que un puto crop circle a metros del lugar...
–¿Crop circle?
–Sí, esos círculos en las plantaciones...
–Ya sé lo que es un crop circle, lo que me resulta extraño es que aparezca uno en Tucumán...
–No debería parecerte raro, ¿o acaso ya te olvidaste de Oklahoma en el ‘87? Esa vez se dio al revés, en el medio de cinco círculos apareció un judío muerto.
Alperovich se quedó pensando, repasaba mentalmente el encuentro con los 12 en el aeropuerto y recordó los nervios del más grande de los sijosesistas: Sergio Mansilla, con esa sonrisa estúpida. Y calculó que debería estar temeroso de que le echaran la culpa del suceso que Toro le acababa de relatar. “Pobre”, pensó “mañana le pido disculpas por el calor que lo hice pasar puteándolo delante de todo el mundo”
–¿Y cómo estaban los cadáveres? – preguntó el gobernador
–No te dije nada de los cadáveres. ¿Cómo supiste que había algo extraño con los muertos?
–Primero, querido Watson, porque las muertes extrañas dejan cadáveres extraños. Segundo porque en Santa Lucía no debe haber muchos judíos, seguramente no hay ninguno y tercero porque no te hubieses preocupado por el tema si las muertes hubieran sido normales.
­–¡Ahí te agarré!, no eran todos judíos, pero eran cinco varones de edad media, circuncisos. Probablemente estaban operados por alguna enfermedad...
–¡O eran actores porno!
–¡José!... – le recriminó Toro.
Alperovich no lograba parar de reírse de su ocurrencia pero le pidió, entre toses, a su interlocutor que continuara con el relato.
–... Solamente uno de ellos era de la zona, de Isla San José, los otros...
–¡Ya sé, de los cuatro puntos cardinales de la provincia!
–No, ahí te quedaste corto, de los cuatro puntos cardinales del continente...
Toro empezaba a disfrutar del interés de Alperovich, había caído en sus garras, y hacía largas las pausas en su relato a propósito, para hacerlo sufrir por atreverse a interrumpirlo, pero José bebía a sorbos el agua helada en una gran copa para servir vino y lo fulminaba con la mirada.
–...Uno desapareció en Mérida, Venezuela, a las nueve de la noche, salió a comprar cigarrillos y no volvió más. Otro en Río Grande, Tierra del Fuego, la última que lo vieron estaba jugando con sus perros pastores, eran las diez y cinco. El tercero desapareció en Reventazón, Perú cuando se fue a buscar agua para preparar la cena, es el único judío del grupo y el único que tiene heridas en el cuerpo: los estigmas de Cristo. Notaron su ausencia a las ocho de la tarde. El último es el único negro de todos, de Recife, Brasil y ahora te podés cagar de risa si querés porque anduviste cerca: era gigoló. Trabajaba en la prostitución y en este caso era circunciso debido a estrictas razones laborales.
–¿Y a qué hora desapareció?
–A las once de la noche hora local.
–O sea que, si mis cálculos no fallan, todos desaparecieron al mismo tiempo, por la diferencia horaria, digo...
–¡Exactamente!, pero lo sorprendente del caso es que, según los testigos, los muertos aparecieron al costado de la ruta a las diez y diez de la noche, a miles de kilómetros de distancia y con cinco minutos de diferencia...
–¿Y como sigue el asunto, Agente Molder? – dijo Alperovich, recuperando el buen humor a través de chistes a su amigo.
–El asunto, Agente Especial Sculli, continúa de la peor manera:– y Toro endureció el brazo para aguantar la cariñosa trompada de su amigo que había entendido la cargada –los cadáveres no presentan heridas, salvo el caso del peruano, pero contienen solamente el 10% de su sangre y hay evidencia de que la mayoría de los órganos vitales han sido extirpados por la boca. Los lugareños creen que se trata del chupacabras, aparecieron periodistas y ufólogos que sostienen la teoría de las abdicaciones extraterrestres...
–¿Y vos, qué creés?
­–Creo que hay un poco de todo: el laboratorio descubrió tejido con APV en...
–¡En el judío peruano!
–En todos José, en todos...
–¡Bendito sea Dios!, es la mejor noticia que recibo en años: APV dejó de ser un estigma exclusivo de los judíos y me libero de este dolor que me aprieta el pecho. ¡Tenemos que dar a conocer la noticia, Torito!
–No, Joshua. Son cadáveres. No sufrieron la enfermedad, ¿me entendés? Para mí es un mensaje para vos, para nosotros los judíos. Tucumán no es el centro de Sudamérica. El crop lo marca bien: apunta hacia el sudoeste. El círculo mayor es el continente y nosotros estamos ahí, ¿te das cuenta? Es la primera vez que el poder político está en manos de un judío, y por más que vos tengas buenas intenciones, cosas como ésta van a seguir pasando, hasta que algún loco de mierda descubra toda esta historia y decida que vos sos la porquería, el cáncer a extirpar. ¿Entendés hermano?, es duro decírtelo, pero tu nietito tiene razón: bajale un poco los decibeles a eso de sentirte el dueño del mundo. Sos el gobernador de la provincia más rara de la Argentina, en donde pasa de todo. Sos el primer gobernador judío del país, y eso no pasa en la Pampa Gringa, en donde somos una minoría decisiva. Tu vice gobernador es descendiente de sirios, y estás en un partido inspirado en el nazismo. Eso es lo raro, José. Que aparezcan muertos de todo el continente en tu provincia es una pavada al lado de esto...
Alperovich asintió con la cabeza y abrazó a su amigo con lágrimas en los ojos. Acababa de escuchar un par de verdades que no quería escuchar, y esta vez eran las palabras de un amigo entrañable, de un hermano, de la persona que más quería, fuera de su familia. No eran opiniones de sus discípulos “sijosesistas”, por eso no lo tachaba de frente, aunque a su entender merecía ser aplastado como una cucaracha. Mientras Toro se marchaba en silencio como escapándose de él, se sentó en el sillón de Lucas Córdoba y le pidió a su secretaria que lo comunicase con Sergio Mansilla: debía pedirle perdón cuanto antes por levantarlo en peso delante de todo el mundo. Pero mientras escuchaba la voz del colaborador en el teléfono recordaba la cara de estúpido que puso en el aeropuerto con la sonrisa pintada a lo Piñón Fijo, y le preguntó en un tono entre burlón y cariñoso: “¿Todavía seguís cagándote de risa de mí, boludito querido...?”

5.8.09

Capítulo 15: La metamorfosis




El entrenamiento en Santa Lucía era intenso, y el fláccido cuerpo de Gatita se convirtió en una semana en la firme figura del púgil Nacho “Manodura” Estrada. Bajó 9 kilos, logró que ningún decanito lo volteara y mandó a comprar un par de guantes nuevos, pues los que le había asignado Servando apestaban peor que el aliento de Cirilo Pausa, que hablaba bajito y lo obligaba a acercársele tumbándolo con el olor a burro de su boca. Pero aguantar el mal aliento de Cirilo era beneficioso pues le servía para pulir su pobre técnica aprendida en combates carcelarios, donde valía todo y los puñetazos en la ingle eran tan legales como los puntazos por la espalda. Almorzaban y cenaban copiosamente, pues Servando era además un gran cocinero, reconocido por sus servicios de catering en restaurantes de 5 tenedores, y porque la actividad física y el calor le habían hecho perder muchos kilos lo que hacía que la máxima categoría les quedara lejos. “Tenés que recuperar el peso, Nacho, así que comé bien, chango, y andate a dormir temprano sin café, alcohol ni fuqui-fuqui con la patrona”, recomendaba Ortiz, pero la sensación de saciedad lo ponían al borde de la bulimia, y quería irse a la cama sin mochilas que le impidan satisfacer las ansias de su cautiva.
Las noticias, además eran buenas: sus compinches ya estaban gozando de la libertad en Viña del Mar, aunque Venancio tuvo que ser internado una noche por pasarse con el sol y las cervezas, decía que no paraba de escuchar un zumbido y el dolor de nuca lo estaba matando. “Tiene la mosca”, sentenció Gatita, “decile que ya se le va a pasar, les pasa a muchos cuando dejan esas porquerías de anfetas tumberas, una solución muy buena para eso es meterle la cabeza en una cacerola y pegarle un cucharonazo bien fuerte, el eco lo va a dejar escuchando teléfono ocupado un rato pero la mosca no vuelve” y la recomendación para el Chuña Acosta era palabra santa, por lo que luego de cortar llevo al Vena hasta la cocina del hotel para hacerle la cura.
No volvió a comunicarse con Amado Ferreyra, y tenía sus razones, pues el último contacto había sido un contrapunto muy reñido y estaba dispuesto a escaparse con su madre, para lo que necesitaba el dinero del rescate, poniéndose él mismo ante un dilema. Aunque tenía además la promesa de alzarse con 30 mil dólares de la pelea con Pucheta, a quien deseaba ganarle el 13 de mayo, no era plata suficiente para pagar todos los gastos que le estaba ocasionando el secuestro de la mujer. Sabía que en el mismo momento en que Amanda se supiese viuda aflorarían rencores y remordimientos hacia su persona, por lo que internamente había decidido no liberarla. Quizás, cuando estuvieran en algún lugar lejano le permitiría hablar con su hijo para que le explicara las razones de su partida. Todavía estaba todo muy confuso, no quería entretenerse en otra cosa que no fuera el pago a la Chancha Ale de los 5 mil dólares adelantados por hacerse pasar por un boxeador mejicano en decadencia.

Amado Ferreyra había pedido licencia y se la concedieron con la condición que dejara la provincia, el arma y el teléfono celular. La Brigada, y sobre todo su padrino el subcomisario Gómez, no lo quería interfiriendo con la investigación del secuestro de su madre. Pero los que lo conocían sabían que esas eran sus intenciones. “Vos estás escondiendo algo, Amadito, has recibido una llamada nueva y no me lo has dicho, confía en mí carajo, si soy como tu padre...”, le rogaba Gómez.
–Lo único que sé Padrino, es que este hijo ´e puta se está encamando con mi vieja, por eso no llama, no nos da otra prueba de vida ni le interesa la guita, tiene miedo que Mamá se entere que el viejo esta muerto.
–Entonces...
–Entonces no la vamos a ver más, Padrino. Usted no pague un mango, porque esta rata va a llamar cuando ande sin un cobre. Hágase pasar por mí, péguele una buena puteada para que no sospeche y tiéndale una trampa...
–Hablando de trampas, no me contestaste nada acerca de la pintada en la pared– Amado hizo una mueca como no entendiendo de lo que le estaba hablando –¡La foto que te mandé con Ramírez...!
–¡Ah!, no sé que carajo puede ser, Ramírez hablaba un montón de boludeces, de ovnis y de otras giladas. Pero para mí, esa es una inscripción carcelaria...
–Tenés razón, debe ser un código de presos...
Amado le dejó el celular y la reglamentaria a su padrino quien le labró el acta correspondiente y antes de hacerlo firmar le preguntó hacia dónde iría:
–Me voy de putas a Las Termas, cualquier cosa buscame en el Hotel Dunas, pero te aseguro que a mi vieja no la vemos más.

2.8.09

Capítulo 14: Cessna Citation Bravo



Toronowitz pidió la devolución de los pasajes de la comitiva de seis que Alperovich había llevado a sus vacaciones. British Air devolvió el 100% de su valor porque la operación se deshizo con 48 horas de anticipación al vuelo. De esta manera, el espía contaba con un dinero que sirvió de seña para rentar un Cessna Citation Bravo para los siete, el resto lo cargó a cuenta de la Mossad, algo que levantó sospechas entre los 007 británicos y demoraron el vuelo Dublín–Buenos Aires 15 horas, creando un conflicto internacional del que Toro nunca se enteraría.
El Toro utilizó el viaje para afianzar su relación con los familiares del gobernador, haciendo gala de cada detalle cuidado por él mismo. Desde el café preferido de la primera dama provincial hasta las películas y chocolates elegidos para los chicos. El colmo fue descubierto por el propio gobernador, quien al ir al baño, ubicado en la parte posterior de la aeronave encontró en la ventanilla una calco que decía “Me lo vendió un amigo: León Alperovich”. “Toro sos un hijo de remil..., te fijás en todo, si me dan ganas de matarte... Vayan al baño de a uno y busquen el detalle que ha puesto el tío Toro para que nos sintamos en casa...”
Después el viaje se llenó de historias de amor, de chistes de gallegos, de turcos y de moishes, de películas de Francella y cosquillas en las plantas de los pies hasta la última escala en La Paz donde los obligaron a hacer aduana, aunque se tratara de una escala técnica. Pasa que el Jefe de Torre captó el mensaje del piloto, que repetía una y otra vez que necesitaban reabastecerse rápidamente porque llevaban al gobernador de la provincia argentina de Tucumán. La ironía llegó hasta un Mayor de la PM boliviana dispuesto a “demostrarle a ese tal Alperovich que Bolivia no es solamente Yacuiba y Pocitos”, porque el primer mandatario tucumano había declarado ante la prensa que el centro de San Miguel de Tucumán, con tantos vendedores ambulantes estaba horrible, que parecía Bolivia.
Estaban dispuestos a todo, incluso a detener al gobernador si es no cumplía con algún requisito de la PM, pero el Toro, al mostrar la credencial de la Mossad, pudo explicar mejor los motivos del viaje y disculparse con todos los bolivianos en nombre del gobernador. “Nosotros queremos que él se disculpe en persona”, argumentó el Mayor.
—Pero si ya se disculpó ante el cónsul en Tucumán— contestó el Toro
—Eso no apareció en el “Presencia”— dijo el Mayor mostrando la hoja arrancada del matutino boliviano.
—Enseguida se lo traigo al Excelentísimo, pero después no se quejen si utiliza este acto en su contra— amenazó con ironía, para amedrentarlos, pero los gendarmes no lo entendieron y asintieron ansiosos por despellejar al cretino que osó ofenderlos.
“Hermanos Bolivianos, mi casa es su casa, estoy arrepentido de haber juzgado tan mal a su amado país. Vengo de conversar con su presidente al que admiro y respeto, a quien todos los tucumanos admiramos y respetamos, y les repito lo mismo que le dije a él: cada boliviano en Tucumán es considerado un tucumano. Lo siento así, lo sentimos así cuando recorremos las quintas de Lules, cuando comemos las frutillas, los tomates, cuando buscamos un ramo de violetas para regalar, cuando viajamos en auto hacia el norte y pasamos por todas las plantaciones de Trancas, cuando buscamos alegría en las peñas. Estoy orgulloso de este país hermoso, pero reconozco que me equivoqué cuando el maldito periodismo de mala leche que tenemos en nuestra provincia me obligó a hacer una declaración desacertada que los involucró a ustedes indebidamente. Miren, si cuando he sido elegido gobernador yo decía: primero Tucumán, segundo Tucumán, tercero Tucumán. Ahora me dan ganas de decir, por la hermandad, por el cariño que nos une, por cada hoja de coca que ustedes cosechan y que sirven para que mi señora me prepare el tecito que tomo todas las noches antes de acostarme, por cada metro cúbico de gas que nos calienta en el invierno y le permite crecer a nuestras economías, por lo que más quiero: primero Tucumán, segundo Bolivia, tercero Tucumán. Porque somos iguales, fíjense bien: tenemos los mismos problemas, las mismas necesidades y las mismas ganas de crecer, yo, personalmente, me voy a ocupar de ahora en delante de poner cada día el ejemplo del sacrificio de su pueblo para que los tucumanos aprendan de ustedes, y les juro que no voy a descansar hasta ver los lazos que unen a la región atados con nudo ciego, en nombre de la amistad y de la unión fraterna. Miren, les doy otra primicia, cuando veníamos en el avión discutíamos con mi señora el tema de la bandera de Tucumán, que está suspendida porque tiene una cruz, que no representa a los verdaderos dueños de la tierra americana, que son los aborígenes, sino a sus usurpadores quinientos años atrás. Y estábamos pensando con ella una bandera que tenga como fondo la bandera de la dignidad inca, que contiene entre otros, los colores de la bandera de mi amada Bolivia”, dijo Alperovich en el discurso filmado por un gendarme. Acto seguido hizo un paso atrás para ponerse al lado de la bandera nacional boliviana, empuñó el paño y le dio un beso. Luego agregó, “Muchas gracias por su hospitalidad”
A la media hora todo el aeropuerto lo estaba despidiendo con pañuelos blancos, inclusive tendieron una alfombra roja hasta la escalinata de la aeronave por la que la comitiva desfiló dejando al gobernador al último. Comentan en los pasillos de la Casa de Gobierno que Toronowitz parecía un referí de box separando al gobernador que abrazaba a todo el mundo, los besaba y los invitaba a “sumarse a los hombres de bien que habitan el suelo tucumano”. Llegó al avión ofuscado y pidió una aspirina y un poco de aire fresco “para bajar un poquito de la gloria”, dijo “¡porque ya me siento gobernador del mundo, carajo!”