2.8.09

Capítulo 14: Cessna Citation Bravo



Toronowitz pidió la devolución de los pasajes de la comitiva de seis que Alperovich había llevado a sus vacaciones. British Air devolvió el 100% de su valor porque la operación se deshizo con 48 horas de anticipación al vuelo. De esta manera, el espía contaba con un dinero que sirvió de seña para rentar un Cessna Citation Bravo para los siete, el resto lo cargó a cuenta de la Mossad, algo que levantó sospechas entre los 007 británicos y demoraron el vuelo Dublín–Buenos Aires 15 horas, creando un conflicto internacional del que Toro nunca se enteraría.
El Toro utilizó el viaje para afianzar su relación con los familiares del gobernador, haciendo gala de cada detalle cuidado por él mismo. Desde el café preferido de la primera dama provincial hasta las películas y chocolates elegidos para los chicos. El colmo fue descubierto por el propio gobernador, quien al ir al baño, ubicado en la parte posterior de la aeronave encontró en la ventanilla una calco que decía “Me lo vendió un amigo: León Alperovich”. “Toro sos un hijo de remil..., te fijás en todo, si me dan ganas de matarte... Vayan al baño de a uno y busquen el detalle que ha puesto el tío Toro para que nos sintamos en casa...”
Después el viaje se llenó de historias de amor, de chistes de gallegos, de turcos y de moishes, de películas de Francella y cosquillas en las plantas de los pies hasta la última escala en La Paz donde los obligaron a hacer aduana, aunque se tratara de una escala técnica. Pasa que el Jefe de Torre captó el mensaje del piloto, que repetía una y otra vez que necesitaban reabastecerse rápidamente porque llevaban al gobernador de la provincia argentina de Tucumán. La ironía llegó hasta un Mayor de la PM boliviana dispuesto a “demostrarle a ese tal Alperovich que Bolivia no es solamente Yacuiba y Pocitos”, porque el primer mandatario tucumano había declarado ante la prensa que el centro de San Miguel de Tucumán, con tantos vendedores ambulantes estaba horrible, que parecía Bolivia.
Estaban dispuestos a todo, incluso a detener al gobernador si es no cumplía con algún requisito de la PM, pero el Toro, al mostrar la credencial de la Mossad, pudo explicar mejor los motivos del viaje y disculparse con todos los bolivianos en nombre del gobernador. “Nosotros queremos que él se disculpe en persona”, argumentó el Mayor.
—Pero si ya se disculpó ante el cónsul en Tucumán— contestó el Toro
—Eso no apareció en el “Presencia”— dijo el Mayor mostrando la hoja arrancada del matutino boliviano.
—Enseguida se lo traigo al Excelentísimo, pero después no se quejen si utiliza este acto en su contra— amenazó con ironía, para amedrentarlos, pero los gendarmes no lo entendieron y asintieron ansiosos por despellejar al cretino que osó ofenderlos.
“Hermanos Bolivianos, mi casa es su casa, estoy arrepentido de haber juzgado tan mal a su amado país. Vengo de conversar con su presidente al que admiro y respeto, a quien todos los tucumanos admiramos y respetamos, y les repito lo mismo que le dije a él: cada boliviano en Tucumán es considerado un tucumano. Lo siento así, lo sentimos así cuando recorremos las quintas de Lules, cuando comemos las frutillas, los tomates, cuando buscamos un ramo de violetas para regalar, cuando viajamos en auto hacia el norte y pasamos por todas las plantaciones de Trancas, cuando buscamos alegría en las peñas. Estoy orgulloso de este país hermoso, pero reconozco que me equivoqué cuando el maldito periodismo de mala leche que tenemos en nuestra provincia me obligó a hacer una declaración desacertada que los involucró a ustedes indebidamente. Miren, si cuando he sido elegido gobernador yo decía: primero Tucumán, segundo Tucumán, tercero Tucumán. Ahora me dan ganas de decir, por la hermandad, por el cariño que nos une, por cada hoja de coca que ustedes cosechan y que sirven para que mi señora me prepare el tecito que tomo todas las noches antes de acostarme, por cada metro cúbico de gas que nos calienta en el invierno y le permite crecer a nuestras economías, por lo que más quiero: primero Tucumán, segundo Bolivia, tercero Tucumán. Porque somos iguales, fíjense bien: tenemos los mismos problemas, las mismas necesidades y las mismas ganas de crecer, yo, personalmente, me voy a ocupar de ahora en delante de poner cada día el ejemplo del sacrificio de su pueblo para que los tucumanos aprendan de ustedes, y les juro que no voy a descansar hasta ver los lazos que unen a la región atados con nudo ciego, en nombre de la amistad y de la unión fraterna. Miren, les doy otra primicia, cuando veníamos en el avión discutíamos con mi señora el tema de la bandera de Tucumán, que está suspendida porque tiene una cruz, que no representa a los verdaderos dueños de la tierra americana, que son los aborígenes, sino a sus usurpadores quinientos años atrás. Y estábamos pensando con ella una bandera que tenga como fondo la bandera de la dignidad inca, que contiene entre otros, los colores de la bandera de mi amada Bolivia”, dijo Alperovich en el discurso filmado por un gendarme. Acto seguido hizo un paso atrás para ponerse al lado de la bandera nacional boliviana, empuñó el paño y le dio un beso. Luego agregó, “Muchas gracias por su hospitalidad”
A la media hora todo el aeropuerto lo estaba despidiendo con pañuelos blancos, inclusive tendieron una alfombra roja hasta la escalinata de la aeronave por la que la comitiva desfiló dejando al gobernador al último. Comentan en los pasillos de la Casa de Gobierno que Toronowitz parecía un referí de box separando al gobernador que abrazaba a todo el mundo, los besaba y los invitaba a “sumarse a los hombres de bien que habitan el suelo tucumano”. Llegó al avión ofuscado y pidió una aspirina y un poco de aire fresco “para bajar un poquito de la gloria”, dijo “¡porque ya me siento gobernador del mundo, carajo!”

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